30 de julio de 2015

Casi como de la familia

Aquí tienes un corazón para sentir su latido. Parece hermoso recubrirlo de buenos augurios y dejarlo crecer hasta que se convierta en un animal salvaje. Nadie desea no escucharlo. Tampoco olvidar su cometido. Por eso aquí se presenta esta víscera rodeando la plenitud del universo. Maquillando la alegría y el gozo hasta su última potencia. Hay esto, después un abismo."Das de comer a tu pecho. Te niegas a esconderlo tras estos muros que dicen ser apoyos. Le escribes un verso porque es el único modo permitido de darle vuelo." Este órgano que desechas para enterrar en las profundidades de una vida incomprensible. Sigues los preceptos para olvidar las razones y acabas descarnado, en pura carne viva, queriendo recuperar el reino del que fuiste separado. Sabes que no hay regreso porque al mirar atrás no ves huellas. Este animal gigante no es amigo de nadie. Es imposible que lo sea pues aprendió a vestirse él solo en la multiplicidad de las imágenes bañadas de amor. Son tan vividas que nadie podrá nunca acercarse a ellas y esto te llevará a no poder tratarlo como tal. Inventaras un zapato o una alcayata, una forma amable de edulcorar tu esencia para sentir a un tiempo que te traicionas. Pero es que esta es la forma permitida. La singular manifestación aprobada. Una suave melodía, un tintineo de campanas y aún, una montaña que describo para ti. Así se hace digerible comenzando su mayor deterioro. Por eso aquí tienes un corazón, este, el único, el terremoto de pulsiones que amas de boquilla, presentado en palabras porque es el único modo aceptado para que nadie pringue sus dedos en sangre.


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