19 de julio de 2016

Lejania

Cinco meses de aquello. Aquello que era un ejercicio para dejar el pasado en el lugar que corresponde. Besos furtivos y toneladas de imágenes dulces que casi casi te cortan la digestión. Luego aquel títere. Mientras mirabas al techo para no dejar escapar algunas lágrimas. Bajar la vista y tenerlo allí mismo haciendo teatro. Actuando para que aquella no sospeche que también tenéis mochila conjunta. Que los treinta serán los nuevos veinte pero ya puedes relatar algún que otro acontecimiento. Ahí dices, en ese estado de como no hagas algo nuevo el fantasma de lo antiguo te come, ese es exacto el momento en que por fin recuperas toda la tranquilidad de lo aprendido y miras de frente. Unos ojos que podrías decir han seguido la presentación formal del títere te miran atentos. Guapo. Una vez para su incredulidad. Guapo. Otra para asegurar que el presente no se te ha escapado de las manos.    

Parte 2: Cercanía
Se sienta. Enfrente, cara a cara. En contra de lo que hace la inmensa mayoría no presta atención a el móvil. Os miráis fijo. Mucho más de lo que se espera entre desconocidos. Mucho más de lo que la gente mira en esta realidad de ojos robados. Entiendes demasiado tarde que aquel encuentro no ha sido fortuito.