12 de junio de 2017

Sin descanso

Ir siempre a la fuente es un maldito incordio. Por un lado, gracias que la tienes. Por otro lado, tener que ir.
¡Claro que su sonido te relaja!
¡Claro que su agua alivia tu calor!
Pero ir, siempre ir, es un maldito incordio. Para que no se desgaste el brillo en tus paredes ni se ensucie la claridad de tu ventana.

Parte 2: Emborronado
No quiere,
pero la verdad le empuja.
No quiere,
pero este es el discurso imperante.
No quiere,
pero no hay señales que indiquen otra salida.