21 de marzo de 2016

De comprensión sencilla

Recuerdas aquella estatua.                                                          
Siempre presente en tu cabeza. Imaginas como la lluvia la baña en esta primavera recién estrenada. Son sus manos y la metáfora del eterno pájaro libre lo que nunca se borra de tu vista. Cuántas cosas te gustaría contarle. Del mismo modo que él lo hizo. Es su trayectoria y su narrativa riquísima de imágenes brillantes. Ese legado de la diferencia que en el fondo veneras. Aquello que alcanzó dejando volar su imaginación. Aquello que intentas dibujar de forma torpe con tus palabras. Transportado a la voz  para que se reconozca su abrazo de amigo. Está entre nosotros con la elegancia de los que viven su vida desde el corazón.      
                                                                              

Parte 2: Galanterías
Son siempre tan alegres las flores, abiertas son elegantes y enteras.
Son siempre tan bellas las flores, caprichosas y efímeras.
Nos muestran su fragilidad bañándose al sol.
Las flores son semillas de corazones, bocas carmesí, caprichos de la tierra 
abiertos para tu regocijo. Flores para adornar el día.
Son sonrisa que mece tu alboroto. Se merecen un aplauso, como todas las cosas bellas que el planeta nos regaló en su inicio. 
 
Parte 3: Hasta los huesos
Gracias por este don.
Esta pausa en el barullo.
Esta luz que enciende la oscuridad.
Aquello que encierra lo malo para convertirlo en obsequio a tus manos.
Gracias por este ángulo de visión,
que despierta la necesidad de la palabra, como un rumor, como una corriente o como un torbellino. Puedes dejarte arrastrar hasta quedar empapada del amor creativo. Gracias por esta sensibilidad desparramada. La vas a hacer monumento. Prometes envolverte en su potencia hasta diluirte.