23 de noviembre de 2015

Luminosidad

Este pause donde has de lidiar con las flores. Aquel sueño que no llega lo has de coronar con tu vida. Ahora, en la cumbre de la aurora, corres ansiando un regreso. Solo aquello que hoy mimas por haber desparecido no debe morir en la hoguera de los reproches. Deberá ocurrir una marca para encumbrar tu deseo. Da igual donde. Pero esto, una constancia de que no vives en el refugio de los dolores. Buscarás un vehículo que te acerque a la masa. Aquella materia moldeada con dedos temblorosos va a devolverte a la tierra. El hoyo o la esperanza debe ser como un pájaro libre que cante tu nombre al despertar de los días. Este impasse que te abraza va a hacer que resurja tu fuerza coloreando tus pesares con frutos silvestres.

Parte 2: Si fuera por llegar tarde no quedarías ni contigo misma.
  El tiempo, que siempre va justo, sin manera conocida de que te alíes con él. El temazo que suena en tus oídos. Otra vez los cigarrillos, que los apartas. El mono y la cantidad recomendable de absurdo en el transcurso de un día. Lo que vas a correr cuando salgas al exterior o la insinuación de intimidad. Lo dicho sobre lo que puedes conseguir. Lo que de hecho consigues. El roto en el pantalón, el culamen fuera ahora que empieza el frío. Somos tres y sería un honor la Nochevieja o el brindis. Comer ensaimadas pero no con cabello de ángel sino con sobrasada y azúcar glas. Por experimentación y porque nunca debe decirse que no a los alimentos. El regreso de Chuchi. El tiempo que vais a pasar juntos. Curiosidad alta sobre si bailareis en el Cassette. Las simpatías que se te van ampliando en este rapto del que ya no pretendes regresar.