27 de agosto de 2014

La fuga

Uno de los muchos inconvenientes de tener un toro por mascota es sin dudas el periodo vacacional. Porque nadie a mi alrededor está dispuesto a cuidarlo en mi ausencia. A ver quién es el guapo que se deja convencer habiendo visto mi casa casi en ruinas.
  -Gatos y perros sí pero esto...
Siempre ha habido clases y así reza la frase. Tampoco las compañias aéreas y demás medios de transporte están muy por la labor de hacer la vista gorda y permitirme una facturación excepcional. Así es que si quiero viajar (¿Quién en su sano juicio no querría?) me veo en la obligación de meter a este robusto animal en una maleta. Para ello he tenido que hacer preparativos casi dos semanas antes del vuelo. He bajado de Youtube varios vídeos de contorsionismo y cada día, después de nuestro paseo por el barrio de periferias, ambos hemos practicado en casa todas las posiciones hasta conseguir que el animalito se plegara cual silla de tijera. He comprado la maleta más grande del mercado y no haciendo poco esfuerzo he conseguido que el torito entre en ella. He agujereado algunas partes para su correcta respiración. Nunca imagine que un animal de estas caracteristicas pudiera ser tan flexible pero de hecho así es. Está claro que ambos nos hemos cogido cariño pues sé de sobra que si algo no quiere se pone bruto y rompe cualquier cosa como protesta. Que haya aceptado este sacrificio significa un gran paso en esta portentosa relación. No es sólo que nadie quiera cuidarlo es que yo tampoco quiero separarme de él. Pero lleguemos ya al día del vuelo para no dilatar en exceso esta narración. Me la ha vuelto a liar el torito.Todo parecía ir bien. Hemos pasado los controles anteriores a la puerta de embarque. Nadie ha puesto una pega. Metido en la maleta el torito ha sido muy correcto. No ha hecho ruido alguno. Hemos entrado como señores. Incluso nadie me ha tomado por terrorista cosa que agradezco sobremanera:
    -Y qué contento estoy de poder volar contigo. Y voy a abrir la maleta para que puedas sacar el hocico y ver los aviones como despegan.
  Amigos, no hagáis nunca esta prueba. Jamas de los jamases: El torito al ver como se elevaban los aviones ha puesto ojos como platos, ha dejado su posición de contorsionista y acto seguido a roto la maleta para salir escopetado. No es sólo el destrozo ocasionado por su estampida. Podréis imaginar. Es que gracias a él me han denegado la entrada al aeropuerto de por vida.