6 de julio de 2015

Nido

Imposible no hablar del pájaro. Demasiado complicado dejarlo de lado. Es probable que esta imagen que intentas definir permanezca en tu mente por el resto de tus días. Tan simbólica la escena, tan automático el gesto. Sin saber aún por qué ha caído en tus manos. Si hubieses tenido noticias previas de semejante acontecer le hubieras acunado. Pero la sorpresa es siempre un factor extraño e imprevisible. Lo miras incrédulo. No es que en otros momentos lo fueras a esperar con un sentimiento diferente. Pero es que ha llegado a tu salón al tiempo que escribías. No tienes la menor idea de cómo ha podido colarse en casa ni mucho menos qué es lo que le ha llamado la atención de ti. Este pájaro que es mediador del cielo y la tierra. Como prueba de su paso por el comedor un pequeño excremento luce a escasos milímetros de tus pies. El ha venido y es casi poesía que haya volado al interior de tus manos.

Parte 2: Inquietud
 Una hinchazón. Una anomalía corporal que supura y pincha. Nunca ningún cuerpo es parecido a otro. Sangre e inflamación y la miel esparcida alrededor de la zona de conflicto. Una preocupación latente infundada o no. Que la vida es todo menos lo imaginado. Palabras feas que prefieres amontonar en la recamara de tu cerebro. Cruzar los dedos para que esto no sea más que una sonora advertencia. Es probable que otros hábitos hayan de venir. Aquí está el organismo mostrándote lo que de veras importa.