4 de marzo de 2011

Intervención 1



  Estoy como cada día andando esta calle que nada parece tener de especial. Tan gris y asfaltada como cualquier otra. Sus imperfecciones o sus adoquines rotos en los que tropiezo cada mañana no han cambiado jamás mi estado de ánimo.
   Digo: Ando esta calle como una autómata. Sólo quiero recorrerla de arriba a abajo sin que produzca en mí una impresión concreta. ¿Qué puede aportarme este escuálido arbolito o aquella casa devorada por miles de hojas verdes? Por esta calle sólo estoy de paso. Soy otro personaje silencioso que la recorre sin buscar que impresiones o huellas va dejando en mí. No me interesa la mujer que estoy viendo en lo alto del ático y que sigue mis pasos con su mirada, no quiero recordar ni pensar el por qué de que la cabina de teléfono esté arrancada o llena de papeles que nadie mira. No tengo curiosidad por saber, cuando a mitad de la calle me paro ante el semáforo, por qué motivo el suelo vibra bajo mis pies. Nada de esto importa porque la calle es como un gran pasillo donde sólo me detengo al llegar a mí destino.