16 de noviembre de 2015

Nada da igual

El corazón es un animal desbocado que repiquetea su lenguaje propio escribiendo con tinta indeleble los huesos de la mañana. La mano hoy despierta para servir de guía a los caballos blancos. Se juntan realidad y ensoñación como un mordisco que late sonoro a tu oreja en una circulación infinita de posibles. Las pulsiones del porvenir como un revuelo de gorriones te muestran un destino lleno de gracia. Tu carne hoy mira hacía adentro como resultado de las tierras de secano que tus pies pisan. Sin embargo en el calor de la piel existe un código secreto del que intuyes su verdad última. Se escapan entre tus dedos los potros que pretendes domesticar y lo hacen con un lenguaje incompresible. Un idioma simple pero autentico pretende descifrar la certeza de su condición. Haciendo llegar su verdad a la extensión de tu anatomía. Enviando a tu conciencia el mensaje que cierto músculo que palpita ya conoce.

Parte 2: Luz helada o tarde temprana
 Basta con que tú sepas cuánta realidad ha habido en lo ocurrido. Cuánta luz ha entrado por la ventana a pesar de la oscuridad de la noche. Porque al final lo importante es esto. Manejar dudas e incertidumbres con tranquilidad y autosuficiencia.