Te quedas en la ciudad para cerrar ventanas. Te imaginas que tan fabulosa urbe es como la casa del pueblo a la que regresarás dentro de poco. Cuando dejes todas tus tareas resueltas podrás volver a la efervescencia de la metrópoli. Este lugar plural y abierto donde todo cabe. Primero viniste a abrir las claraboyas. Debías airear este espacio para ser consciente de lo cómodo que te sientes en él. Has quitado las telarañas, limpiado el polvo, y cuando la ciudad se muestra infinita en posibilidades, has hablado con la gente de pueblos próximos o no, de cómo seria fantástico incorporar un jardín a tu construcción. Una paz insólita pintada de graffitis y música perfecta te muestra un posible renacimiento. Se dibuja tímido y con trazos apenas visibles pero parece querer ser permanente como un tatuaje en tu corazón.
Parte 2: Do everything
Sobretodo no eres viejo. Te has contado una mentira para ahora tener que desecharla de tu cabeza. Has de dejar de lado todo aquello que te limita. Si procedes de este modo te has de encontrar. Quizás no respondas al esquema que dibujaste tiempo atrás pero ¿Quién quiere ser una copia? Sabes que lo que te nombra está despertando sin otra posibilidad. Aunque esto suponga una lucha interna con tus propias costumbres. Intuyes que sería más sencillo bailar en tu propio compás, a pesar de que esto signifique romper todos los discos apilados en la recamara de tu persona. Ahora sabes que, en el gran salón de la ciudad, existen lugares donde tu determinación puede ser aplaudida.
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