Toca esperar. Todo el rato esperar: A que esté listo, a que te sitúes en tu puesto y trabajes, a que sea el momento. Debes esperar para aprender de paso que la vida no depende de tus decisiones. Aunque no te quede otra más que coger las riendas. Mientras haces esto, que se supone es aceptar, el campo pierde terreno. La ciudad, con su brutalidad implacable, se come a todos los pájaros. Todo esto en nombre de la evolución. "Gracias progreso: has escondido mi cobardía detrás de la palabra libertad". ¿De verás a nadie le chirría esta inercia del individuo, esta enfermedad de ombligos y experiencias vacías? Por eso toca esperar. De forma exacta hasta olvidarnos. Esperar para no mostrar la indiferencia con la que nos tratamos. Esperar para descubrir, cuando parezca conveniente, que nunca nos hemos importado.
Parte 2: Símbolos
Miras tus zapatos nuevos. Sabes que hoy no es un día cualquiera. Por eso los has comprado. Para que no se te olvide que este camino que hoy has comenzado lo debes trazar tú. Con tu propias decisiones hasta empoderarte. Sientes vértigo porque lo que pretendes es un salto al vacío o quizá sólo es un favor que debiste hacerte hace mucho tiempo. Por eso has hecho esto, según ha bajado a la calle, para tener constancia material y visual de lo que debes valorar de aquí en adelante. El fin es conseguir que cuando la imagen del espejo te devuelva tu cara reflejada en el cristal, estés por fin en paz contigo.