Tengo un microcosmos delante de mi. Sentada ante la mesa de color madera clara como mi hermana dice y patas negras metálicas se encuentran:
Un rollo de papel de cocina blanco y absorvente a la derecha. Seguido, una botella de aquarius que en realidad contiene agua. Inmediatamente después una jarra de cristal vacia y un tubo cilíndrico de cartón marrón. Si miro un poco más atrás aparece un cuenco blanco lleno de cosas variadas que van de unos clinex a unas nueces. A la izquierda de este recipiente y apoyado en la mesa encuentro medicinas acompañadas de unas tijeras con mango color amarillo.
Esta vez miro al frente. Tengo ante mi una copa de cristal transparente coronada por tres pequeñas y hermosas rosas rojas. A su izquierda y en un segundo plano aparece un centro de bambú verde y frondoso. Entre ambas plantas unas cuantas revistas.
La parte izquierda y la más alejada de mi hay una bolsa de pan de leche, un tupper y un vol de cristal lleno de caramelos de miel traidos de Caceres y ginsen de Corea del Sur. Fruta del mercadillo en un gran cuenco de madera procedente de Marruecos.