Cuando sueño soy libre. Desde mi consciente me preparo para ello. Me digo: "No pasa nada. En este terreno lo ocurrido no tiene un significado real. No hay consecuencias porque sólo es la desconexión de la mente. Deslizate al mundo de los posibles, ese lugar donde puedes ser de veras quien eres". Y entonces me sumerjo relajada a un lugar de múltiples escenarios donde la vida responde a mis impulsos y es moldeada a mi antojo. Y puedo amar sin control y encontrar con asombrosa facilidad aquello que ansío y que no responde a sentimientos bajos por mucho que el consciente y sus reglas digan. En los sueños encuentro algo tan poderoso que a veces preferiría vivir en ellos. Lo onírico se convierte muchas veces en un impulso para la consciencia. Un latigazo de incoherencia que te obliga a mirar más allá. Las imagenes sugeridas por los sueños tienen una potencia indescriptible. En ocasiones te dejan noqueado y con una difícil conexión ante la realidad. En ellos estás desnudo y desprotegido pero al mismo tiempo no puedes ser un estado más puro de ti. Y ves ante tus ojos tus anhelos y esperanzas pero también tus inquietudes y defectos. Hay lucidez en las imagenes de una ensoñación, hay dialogo interior. Reposo y algunos lugares comunes donde hoy nos hemos encontrado. Y estabas conmigo y no eramos desconocidos que esa es una cosa muy fea de ser y había armonía. Hemos estado enredados y era tan real como esta narración que ahora escribo. Estabas conmigo porque como he dicho esto no era un capricho de mis inferioridades.