13 de abril de 2011
La vida es el viaje más largo
Para que un viaje sea significativo (presumiblemente todos los son pero no es cierto) tiene que moverte algo por dentro. Es decir: debe modificar en alguna dirección tu manera de entender y comportarte en el mundo. Un viaje por tanto puede ser muchas cosas; incluso en algunas ocasiones se puede viajar sin necesidad de desplazarse a ningún lado. Lo transcendente son todos los factores que operan en el exterior (un lugar nuevo, una lectura estimulante...) que permiten diferentes preguntas acerca de lo que somos o creemos ser.
Viajar es también entrar en comunión contigo pues al salir y no encontrarte en tu franja de seguridad (lo que conoces y por lo que sabes moverte) aparecen nuevas formas de entender aquello que nos define. Por eso esta actividad es como nacer y digo esto porque hay que tener una actitud aperturista, libre de prejuicios, cosa que los niños hacen y que dice tantas cosas buenas de ellos. Esta forma de proceder es la que nos permite desarrollar nuestra propia riqueza interior porque no nos encasilla y nos deja intuir que podemos ser todo lo libre que queramos ser.
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