Has llegado a la isla de vegetación frondosa para descubrir que ¡Viajar es amar! Esta afirmación parece bastante convincente para convertirla en máxima. Y esto haces: querer todo aquello que ahora descubres. Así, en el regocijo de las escapadas, dejas que el tiempo se extienda sin pantallas ni dolores. Llegado hasta aquí disfrutas del ahora en este espacio continuo e infinito del presente. Aunque allí, en la península que habitas, siempre andes acelerando. Porque nunca has podido dejar de lado la obviedad del reloj en el eterno ajetreo de los tumultos y lo humano. Por eso resulta precioso este descanso del verde y la humedad. ¡Estos olores a tierra mojada tan alejados de los días de asfalto! Aquí vienes a recuperar la felicidad del reencuentro y la plenitud del abrazo. Te diriges a ello pretendiendo que permanezca en tu memoria de tal modo que estas sensaciones te habiten. Estas imágenes, de gran carga emotiva, deben consolarte en tu regreso a la jungla de obligaciones.
Parte 2: Vida plena
¡Apártalos! Dales un manotazo. No mires atrás: Huye. No haces nada mal. Tampoco estás inflando tu ego. Sólo estás queriéndote un poco más ¡cuidándote! Por eso, haz una bomba de humo, escabullete, haz todo lo necesario para que los parásitos no se posen en tu piel y menos en tu vida. Sin embargo, concede el tiempo suficiente a todo aquel que quiera ver como te abres a las oportunidades. A quien te quiere en lo alto de tu ser ayudándote a ir al lugar que te corresponde. Por eso no tengas miedo a fomentar tu alegría ni tus estados positivos. Ellos te resguardaran en los momentos en los que te aísles de todo aquel que pretende absorber tu energía. Mantén tu gracia. Esta es tu verdadera energía motriz .