21 de julio de 2011
2011 entre otras cosas
Siempre me he sentido más identificada con lo impar que con lo par. Será porque está incompleto o quizás porque se acerca más a la realidad. Yo vivo un día tras otro y la verdad es que se suceden una gran cantidad de actividades o acciones que no terminan nunca: lejos de quedar cerradas se multiplican de forma indefinida. De hecho, el único momento en el que esto no ocurrirá es el umbral de la muerte pero yo estoy lejos ( o quiero estarlo) y prefiero no pensar en esto ahora. Es sencillo. Me remito a mis cuadernos: donde tengo mi vida aplastada en hojas y veo curiosa como los años impares son momentos de expansión, conocimiento... ocasiones abiertas que rara vez he vivido en años pares. Lo par está destinado a su propia absorción. Cerrado en un círculo hermético que no permite una visión diferente a la establecida. Por contra lo impar muestra la imperfección. Lo que está en desarrollo y no deja de evolucionar nunca. Si aceptamos que la vida es un continuo cambio encontraremos que lo impar puede ser una metáfora numérica de nuestra condición mundana.
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