El día 9 de Junio se ha levantado
encapotado. Con unas nubes grises que amenazaban tormenta primaveral: Se han
mantenido firmes en el cielo entre la una y las tres de la tarde. El día 9 de
Junio él y ella han visitado un gran centro comercial que ella aborrece. Tienen
que comer. Comer y consumir pero comer sobretodo. El día 9 de Junio se han
debatido ideas incomodas sobre una mesa y se han puesto las cartas sobre la
mesa. Dolor premenstrual en un Madrid desquiciado. El día nueve es además un
domingo. Día de retiro de borrachos.
En el día 9 ella quiere algo más:
Acabar con la farsa o permitir algunos espacios a sus ideas. Dar luz y cobijo a
sus proyectos. Componer ese lugar fantástico de evasión donde poder ser libre.
Junio es una excusa. Lo es también la autocompasión con la que hoy mira. Da
igual que sea nueve. Lo importante de esta narración es que el sol ha brillado
fugaz en el cielo como queriendo advertir el cambio.
9 es el día y eso se dice. La
vida sigue su curso sin mostrar interés alguno por la metamorfosis discreta y anárquica
de cada uno de los seres que habita este planeta. Lo establecido juega su
partida aniquilando visiones personales. Como cualquier animalito racional ella
se pregunta si es demasiado tarde para hacer algo. Si la anestesia de las
drogas no ha roto ya nuestros sueños. Si
para coexistir en este entorno tiene que se mediocre.