En esta casa que son mis manos para ti podría edificarte un universo. O quizás no haya necesidad de construir un hogar, quizá un puente sea suficiente, una escalera permanente que una estos mundos tan nuestros de merecernos una alfombra roja desplegada ante nuestros pies. Pero no olvidemos la toalla que ante todo somos gente elegante. No podemos dejar a los faisanes corretear por entremedias porque son inestables y quieren mantener el equilibrio. Aún así tropiezan nerviosos y acaban desparramados por el suelo con una gran carcajada en su haber. Porque nos pisan las flores y la imaginación desbordada, se queda marcada con huellas de estas manos que son un hogar para ti.
Parte 2: ¡Qué bien bailas!
La mujer de las orejas de tigresa recorria la pista moviendo su cuerpo como atizada por descargas eléctricas. No sé si era más impactante su baile, sus zapatillas de cuña blanca o su trenza ladeada. Meneaba sus caderas en la noche eletrónica mientras Isabelle Huppert pinchaba la oscuridad y la sumisión en sus labios. Y esa sonrisa redonda del control sobre las cosas y pensar que casi no hay descanso en este círculo. Seguía bailando para volver otra vez a lo amable del amanecer. Donde la ciudad ya no ruge y ella es más autentica que nunca.
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