No hay nada como la noche. Pero no hay nada como las noches en las que se baila. En realidad es indiferente que sea noche o día. Bailar es bien se mire por donde se mire y cualquier momento es un gran momento para apuntar alguna coreografía. Pero esto corresponde a la noche y allí estamos aquel elenco de caras felices dándolo todo a golpe de batería mezclada con electronica. Movíamos el hombrito con clara intención precoital porque así es la noche. Que todos los gatos son pardos. De forma especial en las discotecas.Que me tomo unas copichuelas y con el meneo de caderas lo mismo choco con alguien encantador. Y después insert coin. No lo olvides. El tractor de la intensidad se dirige hacia su objetivo. Porque es verdad que bailar hasta perder el control es una actividad más que estupenda pero todas aquellas caras besables, en tantas formas, con cambios de altura,
color y rasgos se muestran como un catalogo de posibilidades. Son un reclamo. Mejor dicho: son el reclamo. Las salas de baile se inventaron por otros motivos que no son la música. Y el ambiente parpadeante y redondo y sobretodo aquellos sofás en la parte superior me hacen afirmarlo.Todo incita a lo mismo pero el radar está equivocado y sólo ves belleza en los imposibles por eso es conveniente salir al despuntar el día para desayunarte la vida.
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