9 de junio de 2014
Aspiraciones
Parece que en esta vida la clave del éxito se resume en crear, llegar a una meta, materializar tu esfuerzo en algo visible para el resto. Lo que nadie parece entender es la importancia de recorrer el camino. En este mundo de asquerosa inmediatez el encontrarse en medio del proceso es sinónimo de fracaso. Parece también que debemos acabar todo aquello a lo que damos comienzo. Que cuando queremos ser algo tenemos la obligación de llegar a lo más alto. Por desgracia para el común de los mortales la gente sobresaliente es excasa. De hecho la gran mayoría debe aprender a moverse entre la idea de lo que desea ser y lo que en realidad es uno. ¿Pero acaso tiene menos valor aquel que lo intenta que el triunfador? En esta sociedad que lucha por hacer desaparecer cualquier vestigio humanista en pro de la productividad y el bien económico estamos dejando pasar por alto procesos internos de vital importancia. Dando mucho más valor a lo finalizado que al tumulto de aprendizajes que se desprenden de él. Hasta aquí la exposición de los hechos. Lo preocupante a sus ojos es como todas estas imposiciones salvajes modifican su carácter a través de exigencias personales. Se pregunta cuales de ellas le pertenecen de manera innata.
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